domingo, 29 de marzo de 2015

Con la brújula volteada: Tijuana. (Prebitácora de viaje 2015)


La Ciudad Bachicha no está muerta, al parecer. Casi un año dormida. Como todos, me sobran los pretextos: escribía en otros espacios ahora muertos (en paz descanse GDL sin nombres); leía vorazmente los clásicos de la literatura ruso (en realidad no); el trabajo apabullaba mis tiempos libres y neuronas (ni tanto); el beisbol me tenía al borde del asiento con la pluma sacándome los mocos (un poco, sí). Lo importante es que a pesar de los pretextos, Ciudad Bachicha vuelve a vivir. Casi un año de silencio absoluto. Silencio dedicado políticamente a los muertos del sexenio y más importante, a mi pereza literaria.
Después de quitarme las pulgas y polvos del olvido, podemos poner manos a la obra: a lo que te traje, chencha.
Ha pasado también casi un año del último viaje Bachicha. El EdwinitoSurTour 2014 (muy al sur). En los meses de sedentarismo me dio por pensar y repensar en algún destino posible para posar los pies. La emoción de lo desconocido de apoderaba de la mente y el ensueño. Usted ya sabe: Cuba antes de que se muera Fidel (por fortuna me sigue dando tiempo); Paraguay, ese lugarcito al centro del sur que me da cosquillas por desconocido; la clásica Nicaragua, para decir que no hay quinta visita mala. No, ninguno de esos destinos terminó por convencer los tenis de Bachicha. Pero surgió algo más interesante en la mentecilla perturbada por la cafeína y la nicotina. Carajo, la sangre llama. Volver a ese rinconcito montañoso donde pasé la mayor parte de mis vacaciones cuando niño-adolescente y ahí nomás. Así es, ya hacía tiempo que en el cerebro sonaba en ecos sordos el nombre de la ciudad más feliz de la tierra (según los Simpson) TIJUANA.
Me interesa volver a lo olvidado. Mejor aún, renovar lo que no se olvida. Volver también a la familia septentrional. Hacer honor al segundo apellido que me cargo ¿Seguirá empedrada la calle que subía a la casa de los abuelos? ¿El árbol que daba a la ventana de la cocina vive? ¿Podré volver a atentar contra la integridad de las pertenencias de los  vecinos con ayuda de un primo? Volver a la infancia y olfatear los recuerdos me suena bien. Descomponer la brújula un ratito para que no se entere de que me hacía falta norte después de tanto sur.

Total, si al copiloto no se le olvida tomarse sus píldoras antidepresivas y la da por besar la rumorosa de la mano de todos los pasajeros, se viene el  EdwinitoTour 2015.

Edwin Casillas Domínguez