Mi último día en España y el clima me dio buena cara. Un calorcito
simpático me acompañó por las calles de Sevilla. A la luz de un sol brillante
me hice el tour por un sitio emblemático para los que nos gusta la Fiesta
Brava: La Plaza de la Maestranza, en Sevilla. Tanta historia detrás del arte de
matar. Es curioso, pero los anti-taurinos sólo alegan que debe detenerse el
dolor del toro, nunca hay argumentos culturales. Eso ya da mucho pie a hablar
de ellos, entonces sólo quieren detener el sufrimiento del animal, y no su
sufrimiento sino lo que se refleja en ellos mismos: el sufrimiento propio. Por tanto
¿no sería más sencillo para detener tanto dolor simplemente dormir a los anti-taurinos
como a perro del antirrábico? Bueno la plaza es la onda, cientos de años de
historia cimentados en ella. Se encuentra a unos metros del río Guadalquivir, y
es por las orillas del río donde continúo mi camino a los sitios
representativos de la ciudad. Una catedral adornada hasta los dientes, muestras
de que los árabes estuvieron acá cientos de años dominando a los gachupines,
eso reflejado en la arquitectura.
La gente es más relajada que en Madrid y es más un pueblito
soleado a las orillas del Guadalquivir que una ciudad importante de España. Así
parece Sevilla. Igual es hora de despedirse de España en general, adiós a los
bares de tapas, las cañitas, el buen gusto de beber un poquitín a cada rato,
comida de gran sabor. Adiós a la P. Madre Patria, con su andar tan europeo. Pues
a seguir el viaje, sigue Portugal. Entre tanto, adiós a España.
Edwin Casillas Domínguez
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